La mayor parte de las afecciones que se encuentran fuera del campo de acción de la acupuntura son tan obvias que casi no merece la pena nombrarlas. A ningún malherido por accidente se le ocurriría pedir que le llevaran al acupuntor, tampoco en una emergencia médica o quirúrgica: a quien de repente se ahoga, a quien cae en estado de shock, a quien tiene un intenso dolor en el pecho o en la barriga… son situaciones que llevan al enfermo al hospital sin perder tiempo, que es donde tienen los medios para analizar y generalmente resolver el mal. Tampoco hay que esperar demasiado de la acupuntura en casos de enfermedades infecciosas graves, ni en la insuficiencia cardíaca congestiva: como es lógico, la medicina china resulta menos eficaz cuanto más avanzado está el mal.
Tampoco hay que perder tiempo con problemas localizados y fácilmente solucionables para la cirugía como son la hernia inguinal, los quistes sebáceos subcutáneos, o cuando se opacifica el cristalino.
Aunque en China se recorre a su materia médica para los tratamientos de los tumores, a nadie no se le puede ocurrir curar un cáncer con acupuntura. Todo y ser una excelente ayuda para superar este mal, la medicina china (acupuntura, moxas y sobre todo tónicos a base de hierbas) no puede ser más que un complemento, que a veces puede resultar decisivo.
De hecho hay circunstancias en las que la acupuntura se debe practicar con mucho tiento y sólo por manos expertas, como son las enfermedades consuntivas, en los estados de gran debilidad o en los primeros meses de embarazo.
Ya sea por falta de conocimientos, o porque la acupuntura no es el tratamiento adecuado, o también porque hay quien es refractario, entre un 5 y un 15% de personas, según diferentes acupuntores, no responden al tratamiento. Como los resultados se sienten en seguida, si en cinco sesiones no hay mejora, se demuestra que o bien el tratamiento será ineficaz, o bien se alargará tanto que quizá sería mejor buscar soluciones más acertadas. Con la excepción, claro está, de males como la recuperación de parálisis, que por su propia naturaleza evoluciona lentamente. Sin efectos secundarios tóxicos, que no sea efectiva es lo peor que puede pasar; una pérdida de tiempo, que por lo menos no resulta dañina.